Cuando tenía cuatro años temía a la muerte. Quería mucho a mis padres y sabía que ellos me querían mucho a mí. Acostada en mi cama, después del cuento y el beso para la buena noche, en la oscuridad de mi cuarto me estaba imaginando que pasaría si mis padres murieran o si muriera yo. Recuerdo con claridad la imaginaria escena de mis padres llorando, vista desde el fondo de la tumba. Imaginarme eso me deseperaba muchísimo y siempre terminaba llorando pero a la vez no era capaz de sacarmelo de la cabeza. Era algo que no podía superar, fue la peor pesadilla que no me dejaba dormir.
Mi madre, muy preocupada, me llevó a un psicólogo. Hace poco leí los apuntes de las sesiones, donde el psicólogo describe una niña sumisa que le tiene miedo al mundo. La niña le decía que la mejor solución de los problemas sería no crecer, quedarse pequeña para siempre. Yo no recuerdo mucho de que estábamos hablando, recuerdo solo haber dibujado nuestra familia como animalitos. Tampoco recuerdo haberme deshecho del miedo. Creo que poco y poco aprendí ser más independiente, pero el miedo no se ha ido nunca. Si lo pienso ahora, creo que el doctor no pudo encontrar ningun problema a parte de que fuí una niña quizás algo sensible. En la familia andaba todo bien. Pienso que solo necesitaba un poco de fe, que no tenía de quien aprender.
En mi familia había respeto a la religion. Se podría decir que nos educaron según la ley cristiana, pero no había fe. Ni mis abuelos, e incluso los bisabuelos la tenían. No era nada raro, dicen que la historia complicada de mi pueblo tiene la culpa. Yo, la verdad, no sé. Mi generación que creció en la última década del comunismo estaba educada según las ideas del materialismo científico. El mundo era conocible y no quedaba espacio para creer. Recuerdo cuando me enteré de que el universo era interminable. Con mi mejor amiga de entonces nos echábamos al pasto y con los ojos cerrados nos imaginábamos la infinita oscuridad llena de galaxias. No se podía... daba vértigo. Lo mismo nos pasaba al tratar de imaginarse la nada.
Recuerdo haber tenido una amiga que a escondidas iba al catequismo. No llegaba a entender para que le servía. Mis padres nos contaban sobre el Cristo, sobre todo en la Navidad. Es interesante que en la tradición checa navideña los regalos siempre los traía Jesús, y nadie mas. Ningun Santa Claus ni "Abuelo Hielo" que tenían los niños en Rusia. Yo sabía que Cristo era un señor muy bueno que lo mataron y que revivió. Me sabía toda la historia, la conocía de mis padres que también nos llevaban a todas las iglesias antiguas que encontrabamos en nuestros viajes. Me enseñaron a admirar la arqitectura y las decoraciones, pero no me enseñaron a rezar.
Cuando tenía trece, me enamoré. Fue una relacion platónica pero fuerte. Cuando tenía dieciséis, el chico murió. Otra vez la muerte me agarró desprevenida para enseñarme que no tenía armas para protegerme. En la época que siguió la trágica experiencia fue cuando más sentía la carencia de la fe en mi vida. No entendía que pasó y que debía de hacer. No encontarba la manera de como reconciliarme con el mundo. Esa vez no se les había ocurrido a mis padres mandarme al psicólogo. No tenía con quien hablarlo, solo con el mismo chico que se había ido. Le seguía escribiendo cartas. No sabía a donde mandarlas pues me las quedaba. No sabía si él podía leerlas, pero quería creer que sí.
No sé que va pasar cuando las pesadillas de la niña, que no quería crecer, se hagan realidad. No se puede estar preparado. Ahora sé que la fe es un don. Es un regalo que no dejaré de desear.
26 jun 2009
20 jun 2009
Los miedos pronunciados
Acabo de leer el libro de Jaime Bayly "Y de repente, un ángel". Me lo acabé en dos días porque era facil de leer por usar el lenguaje común e dinamico. He disfrutado mucho la lectura, me gustó el tema y me divertí con las jergas. Me he dado cuenta que leyendo en español soy mucho menos exigente que en checo. Lo mismo me pasa tambien con el cine o con la musica. Simplemente disfruto del hecho de poder comprender y si es que no me guste del todo por lo menos aprendo algo nuevo.
Mientras estaba leyendo me dio muchas ganas de traducir el libro al checo. No paraba de pensar en como se tradujeran algunas expresiones e dialogos y descubrí algo interesante. Advertí de que en checo me faltarían buenos equivalentes a los insultos y groserías español-peruanas. No es que en checo haya menos palabras insultantes pero tienen otro significado.
Carecemos totalmente de las expresiones que tienen que ver con las madres, las partes de sus cuerpos o cualquier activiadad sexual donde figuraran. Tampoco comparamos las madres con las prostitutas, aunque el termino para decir "prostituta" es bastante popular al señalar personas que nos caen mal o, en el sentido mas abstracto, cuando algo nos desconcerta. Tampoco se usan palabras tipo malnacido o malparido, rara vez tratamos de bastardos e hijos de puta.
Las groserías checas mas populares en cambio tienen que ver con los fecales y el proceso de excreción. Las palabrotas mas efectivas en general deben contener la letra "r". A las personas desagradables no las mandamos al carajo sino a las partes traseras del cuerpo humano. Luego hay una cantidad de sustantitvos, adjetivos y verbos que se refieren a los genitales y al acto sexual, pero estas en general se usan para hablar de las actividades mencionadas y no tanto para insultar, como se suele hacer por ejemplo en inglés. Tambien encontramos en español muchos insultos referidos al origen, raza u orientacion sexual, lo que en checo tambien existe pero no se usa con tanta frecuencia.
Cada sociedad tendrá sus angustias y miedos que se reflejan en el idoma. Es notable que en la sociedad católica la madre juega un papel especial. Lo mismo se puede decir sobre el tema del origen y la legitimidad del niño. Lo que no me queda tan claro es que dice nuestro hablar sobre los checos. Que es racista e homofobica se puede decir de cualquier sociedad existente, de la checa tambien. Los checos hemos perdido la fe hace tiempo. Existen encuestas que comprueban que somos la sociedad mas atea del mundo. Yo diría mas bien que no confiamos a las iglesias e instituciones de todo tipo, hasta los partidos políticos. Los checos mayormente somos sin religion. Será que ya no nos quedan muchos temas intocables? Que insultar a las madres no nos resulta actual porque no tenemos una relacion tan estrecha en la familia? O acaso somos una sociedad tan avanzada de que consideramos a las mujeres (incluyendo las madres) unos seres libres que pueden decidir tambien sobre sus cuerpos y vida sexual sin necesariamente depender de sus hombres protectores?
Ahora ya estoy inventando... De hecho existan estudios sobre el tema, el idioma y la identidad social e nacional. He buscado en internet pero no encuentro. Alguien sabe de un texto relacionado al tema?
Disculpen por las palabras fuertes en este post, es que decirlas en otro idioma es tan facil!
Mientras estaba leyendo me dio muchas ganas de traducir el libro al checo. No paraba de pensar en como se tradujeran algunas expresiones e dialogos y descubrí algo interesante. Advertí de que en checo me faltarían buenos equivalentes a los insultos y groserías español-peruanas. No es que en checo haya menos palabras insultantes pero tienen otro significado.
Carecemos totalmente de las expresiones que tienen que ver con las madres, las partes de sus cuerpos o cualquier activiadad sexual donde figuraran. Tampoco comparamos las madres con las prostitutas, aunque el termino para decir "prostituta" es bastante popular al señalar personas que nos caen mal o, en el sentido mas abstracto, cuando algo nos desconcerta. Tampoco se usan palabras tipo malnacido o malparido, rara vez tratamos de bastardos e hijos de puta.
Las groserías checas mas populares en cambio tienen que ver con los fecales y el proceso de excreción. Las palabrotas mas efectivas en general deben contener la letra "r". A las personas desagradables no las mandamos al carajo sino a las partes traseras del cuerpo humano. Luego hay una cantidad de sustantitvos, adjetivos y verbos que se refieren a los genitales y al acto sexual, pero estas en general se usan para hablar de las actividades mencionadas y no tanto para insultar, como se suele hacer por ejemplo en inglés. Tambien encontramos en español muchos insultos referidos al origen, raza u orientacion sexual, lo que en checo tambien existe pero no se usa con tanta frecuencia.
Cada sociedad tendrá sus angustias y miedos que se reflejan en el idoma. Es notable que en la sociedad católica la madre juega un papel especial. Lo mismo se puede decir sobre el tema del origen y la legitimidad del niño. Lo que no me queda tan claro es que dice nuestro hablar sobre los checos. Que es racista e homofobica se puede decir de cualquier sociedad existente, de la checa tambien. Los checos hemos perdido la fe hace tiempo. Existen encuestas que comprueban que somos la sociedad mas atea del mundo. Yo diría mas bien que no confiamos a las iglesias e instituciones de todo tipo, hasta los partidos políticos. Los checos mayormente somos sin religion. Será que ya no nos quedan muchos temas intocables? Que insultar a las madres no nos resulta actual porque no tenemos una relacion tan estrecha en la familia? O acaso somos una sociedad tan avanzada de que consideramos a las mujeres (incluyendo las madres) unos seres libres que pueden decidir tambien sobre sus cuerpos y vida sexual sin necesariamente depender de sus hombres protectores?
Ahora ya estoy inventando... De hecho existan estudios sobre el tema, el idioma y la identidad social e nacional. He buscado en internet pero no encuentro. Alguien sabe de un texto relacionado al tema?
Disculpen por las palabras fuertes en este post, es que decirlas en otro idioma es tan facil!
16 jun 2009
Googleando la felicidad
Un día se me ha ocurrido poner el Stat-counter a mi blog. Es una aplicación "espía" que me dice de donde viene la gente que entra a mi blog. Por ella me enteré de que tengo un fiel lector en Sendai-Japón y que también tengo unos pocos lectores entre los checos. Mucha publicidad me han hecho Gonzalo y Talía, desde cuyos blogs vienen varios curiosos.
Sí, el counter no es nada discreto. No solo averigua desde que país se conectan sino también de que página web vienen y para donde parten. E incluso, si es que la persona viene de algun buscador tipo Google, revela la frase o las palabras que estuvo buscando. La verdad es que cuando puse el counter no tenía ni idea de esta función y tengo que decir que hasta me pareció impertinente enterarme del objeto de las búsquedas de la gente, si bien anónima. Pero al final me resultó lo más interesante.
Es obvio de que esta gente que llega a mi blog por casulidad en inmediato se dan cuenta de que no han encontrado lo que estaban buscando. Me sorprendidó cuantas personas andan buscando la felicidad por internet. O existe otro pretexto para poner al buscador frases como: "Estoy triste, quiero ser feliz" o "Como pasar de triste a ser feliz"? Es una ironía que han aterizado en mi post "Estar triste para ser feliz" donde desgraciadamente no se encuentra ninguna formula que les indicara a los infelices que hacer. Me gustaría ponerla, por si acaso vuelvan, pero tampoco la tengo.
Yo me considero una persona feliz, aunque mis tristezas me entran por varios motivos y muchas veces sin tener alguno, sobre todo en los meses de invierno. Me he acostumbrado de esos desequilibrios y los considero necesarios. La felicidad es algo irracional igual que la necesidad de buscarla. Creo que mas infeliz estoy cuando lo vivido no coresponde con mis emociones. Hace años, un (ex)enamorado me dijo que "la felicidad no era el sentido de la vida". Quizá no lo es pero sirve de motor. Yo sí quería ser feliz así que lo dejé.
La felicidad para mí sigue siendo el motivo. Necesito de esos momentos efímeros en los que siento que esta es la vida que quiero, con todo lo que trae. Aunque la mayoría del tiempo sean los intentos de alcanzar la felicidad que no dura...
Suerte a todos los que no dejan de buscar...
Sí, el counter no es nada discreto. No solo averigua desde que país se conectan sino también de que página web vienen y para donde parten. E incluso, si es que la persona viene de algun buscador tipo Google, revela la frase o las palabras que estuvo buscando. La verdad es que cuando puse el counter no tenía ni idea de esta función y tengo que decir que hasta me pareció impertinente enterarme del objeto de las búsquedas de la gente, si bien anónima. Pero al final me resultó lo más interesante.
Es obvio de que esta gente que llega a mi blog por casulidad en inmediato se dan cuenta de que no han encontrado lo que estaban buscando. Me sorprendidó cuantas personas andan buscando la felicidad por internet. O existe otro pretexto para poner al buscador frases como: "Estoy triste, quiero ser feliz" o "Como pasar de triste a ser feliz"? Es una ironía que han aterizado en mi post "Estar triste para ser feliz" donde desgraciadamente no se encuentra ninguna formula que les indicara a los infelices que hacer. Me gustaría ponerla, por si acaso vuelvan, pero tampoco la tengo.
Yo me considero una persona feliz, aunque mis tristezas me entran por varios motivos y muchas veces sin tener alguno, sobre todo en los meses de invierno. Me he acostumbrado de esos desequilibrios y los considero necesarios. La felicidad es algo irracional igual que la necesidad de buscarla. Creo que mas infeliz estoy cuando lo vivido no coresponde con mis emociones. Hace años, un (ex)enamorado me dijo que "la felicidad no era el sentido de la vida". Quizá no lo es pero sirve de motor. Yo sí quería ser feliz así que lo dejé.
La felicidad para mí sigue siendo el motivo. Necesito de esos momentos efímeros en los que siento que esta es la vida que quiero, con todo lo que trae. Aunque la mayoría del tiempo sean los intentos de alcanzar la felicidad que no dura...
Suerte a todos los que no dejan de buscar...
3 jun 2009
Humildad y humillación
Ya he hablado en este blog sobre varios aspectos del carácter peruano. En mis ojos los peruanos tienen muchas cualidades. Siempre he valorado lo amistoso y comunicativo que son. Admiro la perseverancia y la capacidad de adaptarse a las condiciones difíciles. Y a pesar de esas condiciones saben alegrarse y disfrutar de lo que hay. Esa levedad de ser es muy contagiosa. Pero hay ciertas cosas de las que no puedo ni quiero acostumbrarme.
No me acostumbro que en la caja de los supermercados limeños hay gente que acomoda mis compras a una, o varias, bolsas de plástico. Mis amigos me decían que simplemente les dejara a hacerlo, que era su trabajo y ellos estaban felices de tenerlo. Sabía que les pagaban por eso. Pero yo no podía dejar de sentirme mal al ver esos jovenes tan humildes y cuando podía, llevaba una bolsa de tela para poder acomodar mis compras yo misma. Aquí en Europa el trabajo en los supermercados no es de lo mejor y muchas veces lo hacen imigrantes, pero ninguno de ellos tiene esa actitud de sirviente. Y tampoco nadie la reclama.
En las cafeterías dentro del campus universitario trabajan jóvenes que no han tenido la suerte de poder estudiar. Hay otros que hacen limpieza o cuidan el jardín. Aunque los muchachos parecen relativamente contentos, me pregunto porque no hay ningun rastro de amistad entre ellos y los estudiantes. A pesar de tener la misma edad hay una distancia entre unos y otros claramente marcada que hasta parece natural. En las universidades en los EEUU estos trabajos los hacen los estudiantes junto con los profesionales. En Peru los empleados de la cafetería se sientan a una mesa apartada de los demás.
Otra pesadilla son los lustrabotas. No sé si es por la educación o de puro alibismo pero prefiero pagarle al niño por dejar mis zapatos cochinos que permitir que se arrodille delante mío. En un parque de Cusco he observado a una señora, acompañada por su hija y un pequeño nieto. Se le acercó un niño-lustrabotas y le ofreció su servicio. La señora aceptó y mientras su nieto estaba jugando en el parque, el otro niño se puso a trabajar. Fue increíble de como cambiaba su voz, dulce al hablar a su nieto y tan frío y duro al criticar la obra de otro niño.
Me estaba comprando una blusa en el mercado de Cusco. La vendedora me dijo que me quedaba bien. Yo le contesté que a ella tambien le quedaría. Y ella dijo que los colores en mí se veían mejor por el color de mi piel. Le dije que yo no lo veía así, que a cada persona le quedaban colores diferentes, pero que nadie sabía vestirse de los colores tan alegres y combinarlos tan bien como hacían las mujeres peruanas de la sierra.
En las ruinas de Quenqo me quedé conversando con un guachimán. Estaba tratando de coqetear conmigo, diciendome algo sobre mis lindos ojos. Le pregunté si los ojos claros realmente le parecían mas bonitos que los oscuros. No sabía contestarme. Al fin me dijo que muchos peruanos quisieran casarse conmigo para que sus hijos salieran con los ojos así. Para mejorar la raza, dijo. O sea para adquirir la vida mejor para ellos.
De donde han sacado eso? Que es lo que aprenden en sus casas y en los colegios? Es la humildad una herencia de la época colonial o es un rasgo que han tenido siempre? Es el resultado de la lucha diaria con el racismo y discriminación? Todos hemos experimentado algún grado de inferioridad en nuestra vida. Pero cuanta humillación se necesita para que se desarrolle un complejo que nos hace víctimas de nosotros mismos?
Me acordé de lo que me dijo un joven universitario limeño. Que a pesar de vivir en el mismo país él no se identificaba con los habitantes de los Andes porque no tenía nada que compartir con ellos. Es algo raro que no entiendo. Porqué es tan difícil de aceptar que todos formamos parte del mismo mundo? De donde viene la idea de que mi hijo es diferente del hijo de aquella mujer? Con esas ideas no nacimos, las aprendemos. Pero, como los chicos de la cafetería van a educar a sus hijos? Y el guachimán, como va a convencer a su hija que es bella con sus ojos negros? Y las chicas del Metro, esperarán que alguien acomode sus compras a la bolsa? O se irán al mercado donde compra „gente como ellas“? Y el nieto de la señora del parque... dejará que otros niños limpiaran sus zapatos. Porque así le enseñaron. Porque así debe ser.
No me acostumbro que en la caja de los supermercados limeños hay gente que acomoda mis compras a una, o varias, bolsas de plástico. Mis amigos me decían que simplemente les dejara a hacerlo, que era su trabajo y ellos estaban felices de tenerlo. Sabía que les pagaban por eso. Pero yo no podía dejar de sentirme mal al ver esos jovenes tan humildes y cuando podía, llevaba una bolsa de tela para poder acomodar mis compras yo misma. Aquí en Europa el trabajo en los supermercados no es de lo mejor y muchas veces lo hacen imigrantes, pero ninguno de ellos tiene esa actitud de sirviente. Y tampoco nadie la reclama.
En las cafeterías dentro del campus universitario trabajan jóvenes que no han tenido la suerte de poder estudiar. Hay otros que hacen limpieza o cuidan el jardín. Aunque los muchachos parecen relativamente contentos, me pregunto porque no hay ningun rastro de amistad entre ellos y los estudiantes. A pesar de tener la misma edad hay una distancia entre unos y otros claramente marcada que hasta parece natural. En las universidades en los EEUU estos trabajos los hacen los estudiantes junto con los profesionales. En Peru los empleados de la cafetería se sientan a una mesa apartada de los demás.
Otra pesadilla son los lustrabotas. No sé si es por la educación o de puro alibismo pero prefiero pagarle al niño por dejar mis zapatos cochinos que permitir que se arrodille delante mío. En un parque de Cusco he observado a una señora, acompañada por su hija y un pequeño nieto. Se le acercó un niño-lustrabotas y le ofreció su servicio. La señora aceptó y mientras su nieto estaba jugando en el parque, el otro niño se puso a trabajar. Fue increíble de como cambiaba su voz, dulce al hablar a su nieto y tan frío y duro al criticar la obra de otro niño.
Me estaba comprando una blusa en el mercado de Cusco. La vendedora me dijo que me quedaba bien. Yo le contesté que a ella tambien le quedaría. Y ella dijo que los colores en mí se veían mejor por el color de mi piel. Le dije que yo no lo veía así, que a cada persona le quedaban colores diferentes, pero que nadie sabía vestirse de los colores tan alegres y combinarlos tan bien como hacían las mujeres peruanas de la sierra.
En las ruinas de Quenqo me quedé conversando con un guachimán. Estaba tratando de coqetear conmigo, diciendome algo sobre mis lindos ojos. Le pregunté si los ojos claros realmente le parecían mas bonitos que los oscuros. No sabía contestarme. Al fin me dijo que muchos peruanos quisieran casarse conmigo para que sus hijos salieran con los ojos así. Para mejorar la raza, dijo. O sea para adquirir la vida mejor para ellos.
De donde han sacado eso? Que es lo que aprenden en sus casas y en los colegios? Es la humildad una herencia de la época colonial o es un rasgo que han tenido siempre? Es el resultado de la lucha diaria con el racismo y discriminación? Todos hemos experimentado algún grado de inferioridad en nuestra vida. Pero cuanta humillación se necesita para que se desarrolle un complejo que nos hace víctimas de nosotros mismos?
Me acordé de lo que me dijo un joven universitario limeño. Que a pesar de vivir en el mismo país él no se identificaba con los habitantes de los Andes porque no tenía nada que compartir con ellos. Es algo raro que no entiendo. Porqué es tan difícil de aceptar que todos formamos parte del mismo mundo? De donde viene la idea de que mi hijo es diferente del hijo de aquella mujer? Con esas ideas no nacimos, las aprendemos. Pero, como los chicos de la cafetería van a educar a sus hijos? Y el guachimán, como va a convencer a su hija que es bella con sus ojos negros? Y las chicas del Metro, esperarán que alguien acomode sus compras a la bolsa? O se irán al mercado donde compra „gente como ellas“? Y el nieto de la señora del parque... dejará que otros niños limpiaran sus zapatos. Porque así le enseñaron. Porque así debe ser.
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