30 sept 2009

En Lima



Lima. Una vez más tengo la oportunidad de hundirme en ella y através de la neblina tratar de ver las cosas con mas claridad. Me gusta volver pero no me emociono de estar aquí. Me gusta y no me gusta, creo que necesito de contradicciones. Hasta ahora no llego a descifrar la razón por la cual no puedo dejar de extrañar el Perú. Pero ya ni trato de entender, simplemento lo acepto. Cuando la gente me pregunta por qué he venido, no sé contestar bien, y es que no vengo a hacer algo realmente especial, algo que no podría hacer en Praga. No. Es que solo quiero estar, estar un tiempo tratando de explorar más del extraño vínculo que tengo con este lugar.

En los últimos días que estaba viendo la tele y leyendo los periódicos, tratando de enterarme de lo que está pasando en el Perú, me llamó la atención la crítica del (no)funcionamiento de los espacios públicos en Lima, los proyectos absurdos de los alcaldes, invirtiendo en obras que al final no le sírven mucho al público. Lo cierto es que el espacio público en Lima es muy difícil de habitar. Muy rara vez se permite a la gente que lo usara según como ellos quisieran. No está hecho para agradar sino mas bien para impresionar, para representar al alcalde, decir: miren cuanto he invertido en ustedes. Y sí, muchas veces solo es para mirar. El césped está para que se cuide, no para que crezca y menos para que la gente se siente o acueste en él. Es algo que daría mal impresión, atraería gente no tan representativa. Hay que mantenerlo todo en orden, el césped, las plantas, los arbustos, todo bien dominado, nada demasiado natural (que lo salvaje se quede en el campo). Y todo bien vigilado (te estamos protegiendo), pero no para que te sientas a gusto, sino para ayudar a mantener la orden, una orden que muchas veces es absurda, que impide hacer cosas que permitirían identificarse mas con el lugar, como por ejemplo hacer la parrillada en un parque que está al frente de mi casa. Y si no me permiten usar el espacio, tampoco voy a aprender a cuidarlo, porque no lo voy a considerar mío.

Esa sensación la conozco. Eso de sentir miedo en mi propio país, la desconfianza hacía los demas, la obligación de cumplir las ordenes sin sentido, el sentirse atrapado y culpable siempre... La experiencia de vivir en un sistema autoritario no parece ser muy diferente de la experiencia de un peruano. Estar emitido a una subestimación constantánea, ser considerado insuficiente de hacer decisiones independientes y por eso requerir de una autoridad que conozca mejor de nuestras necesidades.

La gente no se siente comprometida con el mundo que los rodea. No siente la responsabilidad porque no son ellos quienes hagan las decisiones. No se sienten obligados de cuplir las leyes porque no se identifican con las autoridades que las habían creado. La culpa se le echa a la autoridad. Donde no hay libertad, no hay responsabilidad. Pero me pregunto porque esto pasa en el Perú, donde la gente elije sus autoridades en unas elecciones democráticas? Me imagino que tendrá que ver con el concepto colonial que se va arrastrando através de los ciglos por todo lo que pasa en este país.

El proceso del cambio de un sistema autoritario hacía una sociedad civil lo asemejaría al paso de la infancia hacía la madurez. Se trata de admitir que a parte de ser un idivíduo formo parte de una família o de una sociedad, y que tengo obligaciones hacía ella. Pero, eso es lo mas difícil y se aprende con el tiempo. Y, en general, primero hay que pasar por una revuelta en contra la autoridad, para definirnos quienes somos como indivíduos. En este sentido los checos aún no alcanzamos a salir de la pubertad. En el caso de Perú me parece que sigue en una infancia prolongada y no muy idílica. Es un niño muy listo pero un poco facilista. Aún debe seguir en el colegio, ya ha aprendido a contar, pero falta que aprenda a leer y escribir. Cuando lo sepa, de repente se dará cuenta de todo lo que puede hacer y cuanto valor tiene.

27 sept 2009

NY



Mi primera vez en New York, mi primera vez en los Estados Unidos. De todo América lo único que hasta ahora he conocido fue Perú. No me imaginaba llegar hasta aquí, o sí, lo imaginaba, pero sabía bien que era el ejemplar de la persona al que jamas iban a dar la visa. Me resistía a pasar todo el trámite tan complicado y caro para que al final me dijeran que no. Incluso en mis viajes a Perú siempre buscaba pasajes directos para no tener que pedir siquiera la visa de tránsito. Me obstiné en no viajar a los EEUU antes de que no se cancelara la visa para los checos. Y ahora estoy aquí, en medio de Manhattan. A quién no le gusta ser parte de UE? A mí me encanta!

Durante el comunismo los EEUU para los checos eran una especie de mito. La gente estaba fascinada por todo lo que tenía que ver con el país "enemigo mas grande que quiere destruir nuestro mundo justo y democratico". Era lógico que había que prohibir todo lo que la gente adoraba tanto de la cultura norteamericana: la música, literatura, la forma de vestirse... En los años 50 podían detener o arrestar a los chicos admiradores del rocknroll solo por llevar el peinado de Elvis. Tanto miedo les daba. En las peliculas de lejano oeste que llegaban a los cines se mostraba la opresión del indio y el maltrato de los negros esclavos. Eso era parte de la propaganda así que podía ser mostrado. Pero los jovenes las apreciaban por otros motivos. Les gustaba la aventura, la naturaleza y el valor de los protagonistas. Les daba igual si se trataba de los indios o de vaqueros. Cualquiera era mas atractivo que los héroes del comunismo que les presentaban las autoridades.

En esa atmósfera han crecido mis padres y en una atmósfera no muy diferente he crecido yo. Por supuesto que en mi infancia ya todo estaba mas relajado, pero el acceso a los productos de América (bajo ese término los checos entedemos los EEUU) no mejoraba. Las cosas que llegaban por vías ilegales se vendían "bajo la barra" o sea en unas ventas informales que muchas veces se realizaban en las mismas tiendas del estado. Después de la caída del muro el mercado se abrió, la gente estaba ansiosa de comprar, leer y ver todo lo que antes no podía. Al cine llegaban películas de todo tipo, las películas eróticas las pasaban en los cines públicos. Empezó a salir un montón de libros, sobre todo los títulos que antes jamás hubieran sido aprobadas por la comision de censura. La gente empezó a ir a las iglesias, hacían yoga o se volvían budhistas o vegetarianos. De repente todo era posible. Fue una época embriagante.

De repente se podía salir del país, cruzar la frontera, viajar. Hasta ese momento yo había cruzado la frontera dos veces, una a la RDA, y la otra a Yugoslavia. Me acuerdo de nuestro primer viaje a Viena. Mañana temprano nos subimos a un bus con la mochila llena de sanguches y pasamos un día en Viena. Fuimos a una tienda de IKEA donde no fuimos a comprar sino ver las ultimas tendencias de diseño. Como si fuera una exposicion. Me sentí como la Alicia en el país de maravillas. Luego fuimos a una tienda de alpinismo y mi hermana se compró 10cm de cada cuerda, con los que luego se fabricó unas pulseras coloridas. Nada mas recuerdo.

Y bueno, ahora estoy en América, y me pregunto como se siente. Y no tengo la respuesta. Me doy cuenta que no puedo dejar de comparar la realidad con lo que antes me imaginaba. Es extraño, porque todo me es tan conocido sin haberlo visto nunca. O sí? Claro! Esa sensación que tengo viene de los libros que he leído y sobre todo de todas las películas que he visto. Creo que los EEUU es un país más mostrado en el cine, mas que cualquier otro país del mundo. El cine ha influido tanto mi punto de vista que con cada paso mío por las calles newyorkinas se me revelan imágenes, cada lugar lo tengo asociado con una escena que alguna vez había visto. Los policías de NYPD persiguiendo los delincuentes por la escalera de incendios en una calle estrecha y llena de basura. El inspector Kojak deteniendo los miembros de mafia en el barrio chino. Meg Ryan corriendo en el parque cerca del río, mientras que el futuro amor de su vida está pasenado su perro por ahí cerca (aún no se conocen). El crepúsculo en Central park, el sicópata en el oscuro túnel está esperando a su inocente víctima. Los detectives de CSI investigando en la Biblioteca nacional unos asesinatos causados por un libro contaminado con la radiación. Carrie Bradshaw, vestida en uno de sus modelitos extravagantes, en la escalera de su casa despidiendose de beso de su futuro, presente o ex-amante...

Las películas que vemos son historias que no vivimos pero hemos tenido la oportunidad de imaginar como sería vivirlas. Nos permiten pensar como acturíamos en situaciones que no hemos experimentado. Aceptamos las historias como parte de nuestra experiencia, nuestra memoria y recuerdos. Y como tales entran a nuestra inconsciencia, a nuestros sueños. Los sueños a veces parecen películas. (Que forma tenían los sueños antes de que se había inventado el cinematógrafo?)

Me imagino que uno se acostubra de todo. Pero yo dentro de las tres semanas en Nueva York no dejaba de reconocer las imagenes que se revelaban en mi mente. Y es justo así, ni mejor ni peor, cada de las películas muestra parte de la verdad. El cine americano es un retrato muy complejo y mas fiel de la sociedad que lo había creado.