21 ene 2009
Orden del desorden
Cuando me gradué, no sabía que hacer. Hice la maestría en arte, saqué mi diploma y necesitaba vivir de algo. Aún me acordaba del año antes de entrar a estudiar arte. Estaba sin trabajo y me sentía perfectamente inútil. No quería repetir eso por nada del mundo.
Unos años antes, al acabar mis estudios en la PUCP en Lima, mi profesora Carolina me dijo que si alguna vez decidiera enseñar, ella podía darme trabajo. Me acordé de sus palabras y pensé que no iba a perder nada si le escribía. Pronto me llegó su respuesta. Decía que tenía trabajo para mí, que podía dictar unos cursos de grabado. Me pareció increíble, un trabajo así en Praga jamás hubiera conseguido. Estaba feliz. Que bien que no tenía idea sobre lo que me esperaba...
Me puse a hacer todos los tramites necesarios. En aquella época los checos aun necesitabamos visa para viajar a Perú. En la embajada de Perú en Praga iba a pedir una visa de trabajo pero según me dijeron esa la tenía que pedir en Lima, cuando tendría el contrato de la universidad. Ellos solo me podían dar una visa de turista para después cambiarla. Pero para (supuestamente) facilitarme los trámites me dieron una visa oficial.
Después tuve que sacar las copias de mi diploma y del pasaporte. Legalizarlas, dejarlas traducir al español y legalizar las traducciones. Por conseguir los sellos requeridos tuve que hacer un recorrido por el notario, la traductora, ministerio de justicia, el corte municipal, ministerio de educacion y ministerio de relaciones exteriores. Todo el recorido lo hice en una semana y aunque tuve que pagar por cada sello, todo marchaba bien, según las instrucciones que recibí en el principio.
Llegué a Lima, empecé a trabajar. Tenía cuatro cursos y veinte horas semanales. Pasó un mes y yo no había recibido ningun sueldo porque la universidad no me había hecho mi contrato. Aparecieron problemas de los que nadie me había avisado antes. Me daba la impresion como si fuera primera extranjera que vino a trabajar legalmente a Perú. Ninguno de los responsables en las oficinas por los que transitaba me sabía dar instrucciones claras. Siempre aparecía algun sello o autorización que faltaba y que seguramente fue lo ultimo. En principio les creía, pero después de un tiempo estaba convencida de que simplemente inventaban. Aquí les haré una breve recapitulacion del proceso.
Primero fui a migraciones donde pretendía a cambiar mi visa oficial por visa de trabajo. Tuve que boxear para poder entrar al edificio, pero igual no me servía. Un señor „tramitador“ me ofreció sus servicios, pero yo creía que podía hacerlo por mi propia cuenta. Que ingenua! Me mandaron al ministerio de relaciones exteriores para legalizar mis papeles. Pero faltaban unos sellos... Fui al notario para legalizar mi visa. Volví al ministerio para legalizar la copia del diploma. Ahí recién me enteré de que la copia legalizada de Praga no era valida en Perú. Tenía que ser traducida por un traductor oficial peruano. Llamé a la embajada checa para preguntar que si me podían ayudar a conseguir el traductor. Me informaron de que en Perú no había una persona que pudiera hacerlo. Por eso lo hacen en la Rep. Checa. Volví al ministerio y les repetí lo que me dijeron los oficiales checos. Esperaba que aceptaran mi traduccion, pero me había equivocado. Me sorprendieron con la demanda de una constancia de la consul sobre el hecho de la no-existencia del traductor oficial. Ahí fue cuando me empecé a sentir parte de una novela de Kafka.
Les dije que podían llamar a la consul para verificar la informacion, pero no, tenía que ser escrito. En la embajada solo se reieron. “Si te la piden, pues te la sacamos“ dijo la consul y firmó el papel con un gesto teatral. „Ojalá funccione. Con los peruanos nunca se sabe...“ me dijo. Igual no podían hacer mas por mí, dijeron y me regalaron unas revistas sobre mi patria en español. Entregué la constancia en el ministerio con curiosidad que iba faltar esta vez. Y... hay que decir que era muy creativo el encargado, porque había descubierto que la firma de la consul no estaba registrada! Caracho! Y ahora?
Mientras perdía mis esperanzas de poder trabajar legalmente en Perú, pasó otro mes. Pedí un anticipo en la uni y me lo dieron! Durante todo el tiempo me perseguían los aseguradores. No entendía bien porqué, les había explicado que no pensaba llegar a jubilarme en Perú, pero no les interesaba. Felizmente sin el contrato no podían hacer nada.
Al pasar el tercer mes mi supervisa oficial había vencido. Cuando quise prolongarlo resultó que era algo complicado, justamente por ser oficial. Ya ni me acuerdo bien cual era el problema. Solo recuerdo que varias veces esperé ante una oficina para no ser recibida nunca. No podía viajar fuera del país, tenía que asistir las clases. Ya solo faltaban unas semanas para el fin de semestre. Me tenían que pagar sí o sí. Y de repente se les ocurrió una idea genial en la oficina de salarios de la uni. Pagarme como profesora visitante en vez de profesora contratada. Increíble...
Se acercó la Navidad... Los burocratas se fueron de vacaciones. El encargado de mi visa no volvía hasta el Año Nuevo. Mi pasaje la tenía para el 31 de diciembre. Decidí olvidarme de él y disfrutar el tiempo que me quedaba. No había forma de estar legal... pues estaba ilegal. Y fue facil. Nadie me dijo nada incluso en el aeropuerto no hubo ningun problema. Ni me hicieron pagar la multa!
Lo bueno de todo eso fue que conocí bien el centro. Perdí el miedo de caminar por la avenida Abancay, el mercado central y mercado las Amazonas. He tenido varias conversaciones interesantes con taxistas, guachimánes y ambulantes. Hize buenas relaciones con vendedores de zapatos en las zapaterías que rodean el ministerio de relaciones exteriores. Me hubieran hecho muy buenos precios si es que hubiera necesitado zapatos.
Unos años después cruzaba la frontera en Tumbes. Mi visa había vencido unos días antes. Esperaba problemas y estaba curiosa que pasara. El policía me dijo que mi visa estaba vencida así que estaba ilegal. Entonces tenían derecho de tratarme como una delincuente y si quisieran, podrían meterme a la cárcel. Le pregunté que me aconsejaba a hacer. Primero dijo que debía volver a Lima y ahí ir a las migraciones. Le dije que no pensaba a hacerlo. Entonces, dijo, te entregamos a la policía de Tumbes. Pero no queremos problemas, dijo. Yo pregunté si no se podía areglar en la oficina de migraciones de Tumbes. El pata me mandó donde su colega. Entendía bien de que se trataba. Solo esperaba que me lo dijera, quería saber, como iba formular la frase... Pero creo que ellos pensaban que no entendía. El amigo que me acompañaba vino a preguntar que pasaba... y el policía cuando vio que era peruano me ignoró y empezó a referirse solo a el. „ Oe, hermano, no queremos hacer problemas, pero tu amiga...etc.“ Empezó la litanía y no terminaba hasta que mi amigo no le puso la plata en la mano. Ahí se calló y yo pude pasar.
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